PERSPECTIVAS DE LA SEXUALIDAD HUMANA

La sexualidad es un tema que despertó el interés de hombres y mujeres desde los tiempos primitivos hasta nuestros días. Todos los individuos tienen sentimientos, actitudes y convicciones en materia sexual, pero cada persona experimenta la sexualidad de distinta forma, porque viene manifiesta por una perspectiva sumamente individualizada. Dicha perspectiva proviene tanto de experiencias personales y privadas como de causas públicas y sociales. Es en ese sentido que no se puede comprender la sexualidad humana sin reconocer de antemano su carácter pluridimensional.

La sexualidad impregna el arte y la literatura de todas las épocas. Conviene precisar que las religiones, teorías filosóficas y códigos legales – todos ellos tendentes a configurar y ordenar la conducta humana- han intentado por sistema establecer normas y tabúes sexuales. En diversas etapas de la historia se quiso “explicar” la enfermedad, la creatividad, la agresión, los trastornos emocionales, las carencias o excesos de la actividad sexual, o bien de prácticas y conceptos sexuales insólitos y desacostumbrados.

Por ello sin olvidar los fundamentos privados, públicos e históricos de nuestro legado sexual, podemos ampliar y profundizar nuestros conocimientos en la materia mediante el examen de la sexualidad desde una perspectiva biológica, psicosocial, conductual, clínica y cultural. Sin embargo, al proceder al estudio del hecho sexual desde tan variadas ópticas, hay que tener en cuenta y presente en última instancia, el aprendizaje de la sexualidad en todas sus facetas, la misma que se reduce al conocimiento del individuo y de la intrincada naturaleza del ser humano.

¿POR QUÉ ESTUDIAR LA SEXUALIDAD?

El aprendizaje de cuestiones relacionadas con el sexo, en contraste con el estudio de la física o química, etc, proporciona al sujeto un bagaje de conocimientos que le serán de utilidad en la vida cotidiana. Lo cual no significa que el estudio de la sexualidad carezca de interés académico, sino más bien lo contrario.

Poseer una información solvente sobre el tema del sexo puede servir para evitar la aparición de problemas sexuales y contribuir a proporcionar una mejor educación sexual a nuestros hijos. Además el correcto conocimiento de la temática sexual puede ayudarnos a solventar con más eficacia determinadas dificultades que pueden aparecer en nuestra vida (esterilidad, disfunciones sexuales, enfermedades de transmisión sexual, etc.).

Además el estudio de la sexualidad puede hacernos más receptivos y conscientes en nuestras relaciones interpersonales, contribuyendo de tal manera a incrementar el grado de intimidad y satisfacción sexual en nuestra vida.

El estudio objetivo de la sexualidad permitirá analizar aspectos sexuales de gran trascendencia, algunos de orden muy personal y otros de carácter ético o social y obtener con ello una percepción más lúcida de uno mismo y de los demás. Y finalmente el conocimiento de temas sexuales puede plasmarse en una conducta sexual interpersonal responsable, juiciosa y ayudar al individuo a tomar decisiones propias e importantes en tono al sexo, por consiguiente podemos afirmar que el estudio de la sexualidad constituye una inmejorable preparación para la vida.

1.1. DIMENSIONES DE LA SEXUALIDAD

Antes de mencionar las dimensiones de la sexualidad, es preciso y necesario distinguir dos conceptos: sexo y sexualidad.

a). SEXO.- La palabra latina “sexus”proviene del verbo “secare”, que significa cortar, separar, es la civilización que ha separado al hombre de la mujer. Así se han creado artificialmente los tipos diferenciados de masculinidad y feminidad que han marcado al sexo.

Básicamente la palabra sexo significa ser hombre o mujer, más aún significa las diferencias de estructura corporal entre ambos sexos opuestos. Es también aplicada a la relación sexual, al embarazo, parto, procesos de los que depende y resulta esta unión. El sexo tiene una marcada diferencia en su aspecto personal y sobre todo corporal, que desde el inicio de la sexualidad en la sociedad se llevó a cabo a la separación de ambos sexos. En ese momento de separación que se da inicio a la sexualidad, lo cual lleva a que se manifiesten pensamientos o mitos, tabúes respecto a lo que significa la sexualidad tanto en el hombre como en la mujer.

b). SEXUALIDAD.- Para muchas personas el significado de sexualidad se reduce al acto sexual, ciertamente mediante el acto sexual las personas expresan sus sentimientos, pero la sexualidad abarca mucho más que eso, se refiere a la integridad del ser humano.

En este sentido se define la sexualidad como el conjunto de condiciones anatómicas, fisiológicas, psicológico-afectivas y sociales de la persona a partir de su sexo, hombre o mujer. Asimismo es el conjunto de fenómenos emocionales y de conductas relacionados con el sexo, que marcan de manera decisiva al ser humano en todas las fases de su desarrollo.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la sexualidad humana se define como: “Un aspecto central del ser humano presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vive y expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales”.

La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales.

Analizaremos la sexualidad desde las diferentes dimensiones o puntos de vista que interactúan en todos los planos de nuestra vida:

1.1.1. DIMENSION BIOLÓGICA

La sexualidad es una de las necesidades biológicas básicas, todos los seres vivos se reproducen para preservar su existencia, la sexualidad es la forma más desarrollada de reproducción.

Se refiere a los componentes anatómicos y fisiológicos, diferenciación, desarrollo y maduración de los órganos sexuales externos e internos que se inicia desde la concepción y se desarrollan en la pubertad. Referida a todas las características físicas femeninas y masculinas determinadas genéticamente, cambios puberales y expresiones físicas de estimulación sexual.

Los factores biológicos controlan en gran medida el desarrollo sexual desde la concepción hasta el nacimiento, así como nuestra aptitud para procrear después de la pubertad. El plano biológico de la sexualidad afecta también el deseo sexual, nuestra prestación sexual e indirectamente la satisfacción derivada de la relación amorosa. Incluso se cree que las fuerzas biológicas condicionan determinadas diferencias en el comportamiento sexual, como la tendencia del varón a obrar más agresivamente que la mujer (Olweus 1980, Reinisch, 1981). Por otra parte, la excitación sexual, cualquiera que sea el estímulo, produce una serie de efectos biológicos concretos: aceleración del pulso, respuesta de los órganos sexuales y sensación de calor y hormigueo en todo el cuerpo.

Es pues en esta dimensión que se desencadena todo el impulso sexual entendido como todo aquello que pone en marcha todo una serie de actos que constituyen la conducta sexual, en la que no sólo basta la estimulación externa, sino que se necesita la integralidad de las funciones nerviosas del sistema hormonal.

Es en ese sentido que el contacto físico desempeña un papel importante a nivel sexual, si se tiene en cuenta que los nervios sensitivos, procedentes de las zonas erógenas estimuladas, transmiten las sensaciones a través de dos direcciones: una que va a la médula espinal y otra que llega al encéfalo, más específicamente al cerebro, donde se desencadena una respuesta al estimulo sexual.

1.1.2. DIMENSION PSICOSOCIAL

Esta dimensión integra factores psicológicos como el pensamiento, las emociones y la personalidad, con elementos sociales como las personas en su complejo mundo de interrelaciones con el otro, el contexto y sus normas socioculturales.

Cada persona va perfilando a lo largo del tiempo una actitud propia sobre la sexualidad que será facilitadora o inhibidora de su expresión según sus propias experiencias, las referidas por otras de su entorno, el ambiente social y cultural en el que está inmersa, su formación y su información, sus creencias religiosas, etc. A la vez de forma inevitable transmite a su entorno una imagen basada en su conducta y sus opiniones, que pueden ser coincidentes o no con su intima realidad.

Desde la infancia, las primeras actitudes hacia el sexo, a menudo permanecen inalteradas, ya que se basan en lo que oímos y percibimos de nuestros padres, madres y educadores, así como de compañeros y compañeras. En definitiva, es indudable que el entorno social mediatiza de manera importante tanto nuestra actitud como nuestra conducta hacia la sexualidad propia y ajena.

Cuando surgen problemas sexuales por leves que sean, generan en el individuo reacciones de ansiedad, inseguridad, miedo al fracaso, et, y repercuten en la pareja, que puede responder adoptando diversas actitudes como de comprensión, colaboración o rechazo, etc.

Es así que la dimensión psicosocial de la sexualidad conjuga factores psicológicos (emociones, ideas, actitudes personales) con factores sociales (influencia del entorno social) y su evaluación es muy importante porque con ellas se puede explicar el origen de numerosos trastornos sexuales.

Es desde la dimensión psicosocial que el desarrollo de la personalidad adquiere su importancia, por cuanto cada persona adolescente o adulta, se encuentra ante el desafío de lograr una identidad o un concepto de si mismo claro y coherente. Pues en su desarrollo se supone la adhesión a un conjunto de valores, creencias, metas educacionales y a una orientación sexual que determina los modelos de relación entre el varón y la mujer.

1.1.3. DIMENSION CONDUCTUAL

Desde esta dimensión es posible conocer lo que cada ser humano es, así como las razones por las cuales actúa de una determinada manera y no de la otra. Los modos de ser y obrar de los seres humanos, tanto sociales como sexuales, marcan la pauta para determinar su conducta. Eso explica la razón por lo cual cada persona ostenta un estilo propio en su conducta sexual, que lo hace diferente a los demás y garantiza una identidad sexual, que se hace constante a lo largo de su vida.

Dentro dela dimensión conductual de la sexualidad humana, las emociones desempeñan un papel importante en la vida de las personas, dado que estas constituyen el sistema motivacional de la conducta humana. Ya que cada emoción desencadena conductas particulares en relación con el estímulo que lo origina.

1.1.4. DIMENSION CLINICA

En nuestro contexto el término clínico está relacionado al concepto de SALUD, entendida como aquel estado del organismo donde hay ausencia de enfermedad y que como proceso vital, no es un estado fijo que se alcance definitivamente y para siempre, sino que se va consolidando en la medida que guardan los cuidados requeridos para su crecimiento sano y equilibrado.

La sexualidad, es una dimensión humana, es una cualidad que requiere un estado saludable para desarrollarse normalmente en la persona. Sin embargo, la presencia de agentes patológicos como las enfermedades, las lesiones y las drogas, distorsionan e incluso pueden anular la respuesta sexual de la pareja.

También repercuten de manera negativa en el normal desarrollo de la sexualidad emociones como el miedo, la ansiedad, la culpa, la turbación, la depresión y los conflictos convivenciales. Estas patologías constituyen la razón de ser de la perspectiva clínica de la sexualidad, cuya finalidad es encontrar soluciones a toso estos trastornos que impiden el goce de una sexualidad sana y placentera. Los problemas en las relaciones de parejas demandan un tratamiento clínico o un proceso de orientación sexual y psicológica para llegar a minimizar las dificultades sexuales presentes en la intimidad de la pareja.

1.1.5. DIMENSION CULTURAL

Cada pueblo tiene su propia cultura, que le identifica y le permite sobrevivir en el tiempo, por tanto es lógico afirmar que cada uno de ellos conserva diferencias marcadas en la práctica de su sexualidad, a través de la cual expresan su particular forma de ser, pensar y sentir.

“No existe un sistema de valores sexuales que tenga validez universal, ni un código moral que sea indiscutiblemente justo y aplicable a todos los hombres y mujeres”. La dimensión cultural de la sexualidad comienza a gestarse desde la primera infancia y se va solidificando a lo largo de las diferentes etapas de la vida en la persona.

Es así que la sexualidad humana es una realidad palpable que configura nuestra vida personal y pública: los deseos y fantasías, la identidad de género, etc. Aunque tiene raíces instintivas, la sexualidad no se agota en las necesidades biológicas y es por el contrario una CONSTRUCCIÓN CULTURAL, en función a que la conducta humana no solo se reduce al funcionamiento del ADN, o de los cromosomas XY, etc, sino que también las potencialidades se transforman y adquieren significado únicamente en las relaciones sociales.

En todas las sociedades humanas el instinto sexual se enfrenta a un sistema de prohibiciones, reglas y valores, costumbres que van más allá de las necesidades biológicas, a raíz de que todos pertenecemos a culturas completamente distintas con perspectivas, valores y reglas totalmente diferentes que dependen del entorno cultural, en el cual nos desenvolvemos y del cual formamos parte.

Las investigaciones sobre sexualidad confirman la apropiación y recreación constante de ideas y costumbres sexuales entre los pueblos, así como la resistencia a cambiar las regulaciones. Cada grupo social construye sus reglas sexuales, por eso cambia de sociedad a sociedad, de hombre a hombre y de mujer a mujer; por eso dentro de cada sociedad la sexualidad es histórica, ya que se transforma con el tiempo.

1.2. PERSPECTIVAS HISTORICAS SOBRE LA SEXUALIDAD

La historia nos enseña que las teorías y las prácticas sexuales varían en grado según la época y el lugar. Durante más de dos mil años, la religión desempeñó un papel de primer orden en la configuración de las nociones sobre el sexo. El surgimiento en el siglo pasado de la ciencia de la sexología desde los tanteos iniciales de varios autores que hicieron investigaciones y trabajos científicos tuvieron grandemente sus repercusiones en los criterios actuales sobre el sexo.

Debemos abstenernos de dar una interpretación demasiado simplista de la conducta sexual. Por ejemplo aunque en muchos aspectos la época victoriana fue sin duda una época de gazmoñería sexual, no es menos cierto que en aquellos años florecieron la prostitución y la lectura de libros pornográficos, aparte el hecho de que las clases medias y el pueblo apenas se supeditaron a las pretensiones sexuales de la clase alta.

En el pasado reciente muchos observadores señalaron la década de 1960 como la época en que se inició la revolución sexual. Cuatro factores contribuyeron a este fenómeno: la facilidad para conseguir píldoras anticonceptivas, el movimiento juvenil de protesta, el renovado auge del feminismo y un actitud franca.

Por decirlo con un eufemismo, la predicción de los cambios que comportará el futuro en cuanto a los conceptos y conductas sexuales resulta aventurada. De lo único que podemos estar seguros es de que nuestros criterios y comportamientos sufrirán un cambio, sin importar la índole que fuere.